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  • Sin publicidad

    Me he cansado de poner publicidad para costear los gastos del blog. Puedo asumirlos por mí mismo. Hago esto por diversión.

    Pero si te apetece pagarme una cerveza, aquí tienes un botón:

  • ¡Cómprame un libro!

    320 páginas de celulosa no retroiluminada vintage con lo que hay aquí y el final de "Un nuevo mundo". No necesita baterías y funciona con casi cualquier luz visible.

    Aviso: El papel puede cortar. Consideradlo una feature de ataque a lusers.

  • Buen leer

    El increíble viaje del faquir que se qeudó atrapado en un armario de IKEA,d e Romain Puértolas

    El último pasajero, del maestro Manel Loureiro

    Tengo una pistola, de Enriqe Rubio

  • Interludio. Los Cinco contra A4.

    Quién no recuerda aquellos libros de los pequeños detectives. «Los Cinco y la casa encantada». «Los cinco y el fantasma del pantano». «Los cinco y la madre que los parió». Cinco. Rimas aparte con animales con pico, patas palmeadas, cola de castor y glándulas venenosas; parece que es un número estable para mantener unido un grupo de lusers. Mi teoría, tras estudiarlos largo tiempo, es que cinco personas no llegan a un consenso claro sobre un asunto con facilidad. Dos discutiendo se aburren enseguida. Un grupo de 3  consigue consenso enseguida porque si dos están de acuerdo, el que queda se acojona y entra en modo oveja. Con 4 , pasa algo parecido. Pero con cinco, dos contra tres puede ser un combate equilibrado y divertido por el número de participantes.

    Pues resulta que he ido a por café y me he encontrado a cinco lusers frente a una impresora de red. Ahí. En semicírculo, rodeándola. En silencio. Los cinco y la impresora silenciosa.

    Saco el café. Ahí siguen. Sin mover un músculo. Quietos. Inmóviles. Saco el teléfono y consulto qué hace la impresora. «Tamaño de papel incorrecto. Cargue A4 estándar en la bandeja y pulse continuar». Pues no es para tanto.

    Me apoyo en la máquina de café y me dedico a observarlos.

    Pasan mucho tiempo quietos. De vez en cuando, se miran unos a otros, y luego miran de nuevo a la impresora. La impresora les mira con cara de tener mucha caquita. Yo sorbo un poco de café calentado al rojo blanco por el reactor de fusión que tenemos por máquina de café.

    Me llega un mensaje de MKII al móvil.

    -¿Dónde estás?
    -En la máquina de café.
    -¿En cuál?
    -La que está enfrente de la Dell I-77.
    -Vente, que me ayudes en un rack.
    -No, ven tú que estoy viendo un documental.

    Al cabo de un minuto llega MKII y me mira. Estoy absorto viendo la escena. Meto una moneda en la máquina, pulso una mariconada de las que bebe MKII y se la doy. Se pone de de contrafuerte al otro lado de la máquina.

    -¿Qué hacen?- me susurra. No quiere espantarlos.
    -Ni puta idea, macho. Llevan así 10 minutos por lo menos.
    -¿Pero esperan algo?
    -Una señal divina, supongo.
    -No, en serio. ¿Qué hacen?
    -No lo sé, ya te digo que llevan un buen rato así y la impresora está pidiendo A4 estándar.
    -¿Y por qué no lo ponen?
    -Calla y mira. Los vas a espantar.

    Siguen con su ritual de mirarse unos a otros y luego mirar a la impresora. Como animales marinos que se mecen de vez en cuando al son de la corriente.

    Un chasqueo de lengua. Uno que mira al que ha chasqueado la lengua.

    MKII y yo estamos absortos con la naturaleza salvaje. Es tan bella. Tan armoniosa… casi de puede oír cómo les salen raíces a los lusers.

    Al cabo de otros 5 minutos, me  dan ganas de evacuar líquidos de segunda mano y voy al baño. MKII se queda mirando fijamente y con la boca abierta. Si no los molesta nadie, fosilizarán. Seguro.

    Vuelvo del baño y sin decir nada, MKII mete una moneda en la máquina y me saca un café. Mete otra y se saca otra mariconada.

    -¿Se han movido?- le pregunto en voz baja.
    -Ni esto-. Me dice mostrando el índice y el pulgar separados dos milímetros.
    -¿Respiran?
    -Aquél sí. Y el de la camisa verde se ha rascado el culo.
    -Pero siguen en la misma posición, vaya.
    -Esto es interesantísimo.

    Uno de los lusers se inclina hacia adelante y toca el papel con un dedo. Se incorpora. Lo vuelve a tocar.  No parece obtener el resultado deseado y se queda mirando inmóvil otra vez. Mira a un compañero. El compañero lo mira, sin hacer ninguna mueca y siguen mirando a la máquina. Sorbo café.

    Pero ya ha habido un valiente. Otro valiente da un paso más. Quita el papel de la bandeja manual. Y lo vuelve a poner. Como el mensaje de la pantalla cambia, lo vuelve a quitar. Y lo vuelve a poner.  Mira emocionado a sus compañeros. Ha conseguido un efecto. Sus compañeros lo miran sin comprender muy bien el porqué de tanto gozo y se vuelve a quedar inmóvil.

    -Casi lo consiguen.
    -Ya te digo, Wardog. Esto es como el National Geographic  pero en real.
    -Sí.  Y en lento. ¿Cuánto llevamos aquí?
    -Yo 20 minutos. Y tú otros 10. Esos no se sabe.
    -Van a morir ahí.
    -¿Los salvamos?
    -No, que se jodan.
    -Pobres. ¡Mira, mira, mira! ¡Ha quitado el papel y se lo queda en la mano!
    -¡La hostia!
    -Y pulsa el botón verde.
    -Ntchs… pena. No hay papel. Casi lo tienen, ¿eh?
    -Ahora sí, ha vuelto a colocar el papel.
    -Van a morir.

    Por mucho que vaya de duro, me da pena que unos lusers con tanto potencial de morir abrasados con el cargador del móvil, mueran desecados frente a una impresora. Elimino el trabajo que tiene la impresora en cola. Imprimo una sola página que dice «Hay que seleccionar bandeja y papel al imprimir». Elijo bandeja 2. Imprimir. Los lusers se miran unos a otros, casi hablan. Se asustan. Sale un papel y uno de ellos lo coge con miedo, como si pudiese atacarle.

    Lo mantiene a la vista de los otros y lo miran fijamente. Dentro de un rato leerán el texto. Están admirando la belleza de la caligrafía y el limpio trazado de Verdana. Oh. Ah. Yo todavía estoy con el dedo en el móvil, conectado por TS para poder imprimir eso. MKII mira tenso la escena.

    De repente, los cinco se dan la vuelta y nos ven, apoyados en la máquina de café. Temo que salgan en estampida y se puedan hacer daño al atravesar alguna pared de cristal.

    -¡Pero bueno! ¿Estáis ahí y no decís nada?
    -Sí.
    -Qué bien vivís, coño.
    -Por lo menos vivimos, tío. Lleváis 45 minutos hibernando ahí delante. ¿Qué os pasaba?
    -Que he mandado a imprimir por ahí y se ha quedado parada la impresora.
    -Ya. Estaba pidiendo papel A4 en la bandeja manual.
    -Yo no le he dicho que imprima por ahí.
    -Sí. Implícitamente.
    -Ya estamos con palabras técnicas.
    -Si no eliges bandeja, tira de la primera disponible. Pero la primera disponible no tenía el papel que tú le has dicho.
    -Yo no le he dicho nada.
    -Implícitamente.
    -Jodeeeer con el implícito. Pues si no tiene el papel que le digo, que coja otro.
    -Está configurada para que no haga eso.
    -Pues configúrala para que lo haga.
    -No puedo hacer eso. Causaría problemas a otros usuarios que imprimen por la manual. Lástima, ¿eh?
    -¡Pues yo quiero que cuando imprima la impresora elija automáticamente el papel y la bandeja que yo quiera!
    -¡Eso está hecho! ¡Qué buena idea! ¡Espérame aquí!

    Salgo corriendo hacia el departamento. Busco, busco, y rebusco y encuentro un cable paralelo de 10 metros. Vuelvo corriendo con el cable a la máquina de café. Los Cinco han rodeado a MKII y lo miran. MKII tiene miedo.

    -¡Ya estoy aquí!
    -¿Qué es eso?
    -Un cable de impresora-. Digo mientras conecto un extremo a la impresora y me vuelvo hacia el líder de Los Cinco.
    -Vale. Y qué. Mi ordenador está allí-. Me señala un ventanal lejano.
    -No, si te lo tienes que meter por el culo.
    -¿Qué?
    -Quieres que la impresora se configure según tus deseos. Habrá que establecer comunicación, digo yo.
    -Vete a la mierda.
    -Oye. Métete el cable por el culo. Si no, ¡el procedimiento será manual! ¡En pleno siglo XXI!

    MKII sonríe.

    -Vete a tomar por culo, gracioso.
    -Te lo digo por tu bien. Vuestra vida está en juego.

    El tío se marcha indignado a su puesto. MKII y yo nos marchamos también a ver qué pasaba en el rack. Un par de tornillos sueltos después volvemos y vemos a los cinco frente a la impresora. En semicírculo. Mirándola. La impresora con carita de miedo. Me asomo por la puerta y le tiro el cable al luser líder de Los Cinco en una mesa cercana.

    -La punta con pinchos, por el culo. Que si no, no te sale.

    Y allí los dejé. El líder maldiciendo y mirando a la impresora y los otros cuatro mirando al cable.

    Amigo, date por jodido.

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