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  • Buen leer

    El increíble viaje del faquir que se qeudó atrapado en un armario de IKEA,d e Romain Puértolas

    El último pasajero, del maestro Manel Loureiro

    Tengo una pistola, de Enriqe Rubio

  • Cazando a Gargamel

    Post patrocinado por TintasCompatibles.es

    El Máquina II y yo hemos vuelto un par de días antes a trabajar que el resto de la oficina. Así aprovechamos para hacer cosas urgentes que no podemos hacer cuando cuando chopocientos lusers desatados atacan a los pobres servidores sin piedad.

    Y en esas estábamos, disfrutando de poder trabajar sin que el teléfono suene cada treinta segundos, envueltos en esa suave penumbra que favorece la concentración. Trabajábamos en silencio, esa clase de silencio que no pesa, un silencio agradable, roto solamente cuando uno de los dos le pedía algo gordo al ordenador y se disparaban los ventiladores unos segundos. Ni música teníamos puesta.

    Simplemente por costumbre, tenía encendida la pantalla donde monitorizamos qué equipos están encendidos y cuáles están apagados. Simples cuadrados rojos y verdes con el nombre del equipo debajo y organizados sobre un plano de las distintas plantas. Suena exótico pero es más simple que el mecanismo del matamoscas.

    Mientras termino de testear un robot de backups, por el rabillo del ojo veo que se enciende una lucecilla verde en el monitor de al lado.

    -Vaya, parece que no estamos solos.
    -¿Cómo dices?- me contesta el Máquina II recién salido de su mundo feliz de Active Directory.
    -Que se ha encendido un equipo en administración.
    -Vaya, parece que a alguien se le olvidó terminar su trabajo.
    -O que no tienen internet en casa. Bueno, pasando.
    -Pues sí. Esperemos que no se le ocurra trabajar.

    Dudo mucho que venga a trabajar. Ni mucho menos. Y menos aún, antes del día de regreso oficial. La razón es muy simple: aquí no trabajan ni por equivocación.

    -Wops.
    -¿Qué pasa, Wardog?
    -Otro más. Dos puestos más allá se ha encendido otro.
    -Qué raro.
    -Y otro.
    -¿Otro?
    -¡Dos más! ¡Y otro!
    -A ver si te has dejado el programa de WOL abierto y tienes el móvil en el bolsillo y…
    -Aunque así fuera, la pantalla es capacitiva, no se pulsa por presión… déjame que mire quién se ha logueado… Joder, nadie.
    -¿Capaciqué?
    -Olvídalo.  Dos más y otros tres en Contabilidad. Uno en personal.
    -Esto es muy raro.
    -Y tú muy perspicaz.
    -Cachondo… y no hay nadie logueado.
    -Voy a darme una vuelta a ver quién ha venido.
    -Ten cuidado.
    -No deberías ver tantas películas de miedo.
    -Nunca se sabe.
    -¿Temes un ataque zombie? Tranquilo, aquí no entrarían ni obligados. No hay comida para ellos.

    Me voy pasillo adelante camino de Administración. Resulta agradable caminar por las oficinas desiertas y en silencio. Entro en el departamento y veo no siete, sino nueve equipos, todos en la pantalla de inicio de sesión. No hay señales de vida orgánica. Si hubiesen sido lusers comunes, al menos tendríamos muestras de heces entre las mesas. Se hacen caca a menudo.

    Voy a Contabilidad y lo mismo: equipos encendidos pero no humanos a quien obsequiar con una dulce, dulce colleja. Qué curioso. Decido acojonar un poco a El Máquina II, que es aprensivo a más no poder. Así no se llega a BOFH nunca. Cojo un teléfono y marco el número de Sistemas.

    -Sistemas, le atiende…
    -Que soy Wardog.
    -¿Quién era?
    -Aquí no hay ni dios. Vacío, simplemente los equipos están encendidos.
    -Pues alguien los tiene que haber encendido, ¿no?
    -Y alguien  con acceso a todas las llaves. Alguien más tiene acceso a una tarjetita como la nuestra.
    -Hostias, es verdad. Se necesita una tarjetita magnética para abrir los departamentos. ¿No será un ladrón?
    -Puede. Lo mismo son los hijos de puta de la eléctrica que quieren que hagamos gasto y nos mandan a unos maleantes del Este que encienden los ordenadores. Y los monitores. Hablando de monitores. ¿Cómo está la cosa?
    -Cinco más en Diseño, dos en Marketing, tres en Producción… y me imagino que habrás visto cómo está la cosa en Administración.
    -Quien sea, es escurridizo, e indeciso. No va departamento por departamento, sino al buen tuntún.
    -Los apagamos y ya, ¿no?
    -Nop.  Si alguien los ha encendido es por algo. Y quiero saber qué coño quiere. Voy para allá.
    -Vale.

    Su voz suena hasta aliviada. Es un miedoso. Vuelvo al despacho aguzando el oído por si oigo pasos, o un nuevo equipo encendiéndose. Nada.

    -Esto es muy raro, Wardog, voy a llamar a Seguridad.
    -Tranquilo. Quien sea tiene llave para todo o casi todo. Aquí sólo se entra por la puerta o saltando una verja de cuatro metros. Son las once de la mañana. O es un pez gordo, o es uno de seguridad.
    -¿Cómo puedes ser tan frío? ¿No te da yuyu?
    -Ni pizca. Deberías irte de vacaciones a Killminds.
    -Pues yo no estoy tranquilo.
    -Pensemos. Si los primeros que ha encendido han sido los de administración, probablemente vuelva ahí primero. Si es que vuelve. Yo monitorizo el grupo de la derecha y tú el de la izquierda.
    -Vale. ¿Y qué hacemos?
    -Simplemente mirar, y en cuanto se mueva algo, ver qué pasa.

    Asiente con la cabeza y empieza a conectarse a los equipos que le tocan. Mientras tanto, el plano sigue mostrando más equipos encendidos. Logística, almacén, compras… va tocando por todas partes. Al cabo de unos diez minutos, dejan de encenderse las lucecitas.

    -Ya parece que ha dejado de encender máquinas.
    -Bueno, a ver si pasa algo.

    Ambos miramos las pantallas de los nueve ordenadores de Administración. Por mi parte, además, monitorizo el servidor de dominio para ver si se loguea alguien y me lo pierdo. Y menos mal. Gargamel se loguea en Contabilidad. Acabáramos.

    -Es Gargamel. Se ha logueado en Contabilidad.
    -¿Y qué hace ese gilipollas encendiendo  ordenadores a lo tonto?
    -Es Gargamel. Hacer tonterías es lo suyo. Voy a por él.
    -Que disfrutes.
    -Lo haré, descuida.

    Marcho para Contabilidad salivando como el perro de Pavlov cuando oye que llaman a misa de doce. Al llegar, la puerta sigue abierta y entro en tromba.

    -¡Manos arriba o me tiro un cuesco!- le digo al vacío apuntando con una mano emulando una 9mm parabellum.-Joder…

    Mi gozo en un pozo. Voy a administración y entro sin más. Ya no me hace gracia el numerito de la pistola y la frase chorra. Y menos por Gargamel. Gargamel es un tipo alto y encorvado, un directivo de de poca monta. Nadie sabe exactamente a qué se dedica a parte de dar por culo al personal. Se pasea por todos los departamentos con su nariz de color rojo brillante, sus cejas espesas y su boca rellena de dientes podridos chasqueando la lengua para decir «estoy aquí y te estoy vigilando». Lo que viene siendo un lameculos a sueldo, vamos. ¿Qué cojones pintará éste tío aquí hoy? En administración tampoco está el pavo. Ole. Cojo un teléfono y llamo a El Máquina II.

    -Sistemas, le atiende El M…
    -Que soy Wardog, el patrullero.
    -¿Qué le has dicho?
    -Ni media. No está aquí.
    -¡¿Qué?!
    -Pues que no está aquí. Ha iniciado sesión y se ha pirado.
    -Él o alguien que conoce sus credenciales, ¿no?
    -Él. Nadie quiere nada de Gargamel, ni siquiera sus credenciales. Mira a ver dónde más se ha logueado.
    -En Marketing hace nada.
    -Voy.

    Arranco a paso largo hacia Marketing. Nada. Voy departamento por departamento buscándole y no lo encuentro. Me cago en su puta madre. Qué tío más escurridizo, joder. Que le den, me vuelvo a mi sitio. Atajo por la planta de fabricación. Las oficinas rodean la planta y es más rápido cruzar por un pasillo de servicio que separa dos secciones de la misma.

    Camino lentamente, disfrutando del fresquito y la humedad del pasillo. No sé por qué. Me gusta el olor a humedad industrial, así como los pasillos oscuros. Me gusta estar paseando por las entrañas del edificio, me gusta observar las tuberías, cables, cuadros de fusibles y las paredes desnudas. Me reconforta y no sé por qué.

    Con el mismo ensimismaniento, Subo unas escaleras metálicas,  saco del bolsillo trasero de los pantalones la tarjeta y la paso por el lector. Se dispara el relé y abro la puerta que da a la primera planta. De repente, salir a la luz me ciega momentáneamente. Pestañeo y voy camino de las escaleras. Cuando voy solo no uso el ascensor. Me parece absurdo.

    Subo hasta la planta donde se almacenan los papeles viejos y nuestro departamento. Siempre nos tienen retirados, y eso me gusta. Encaro el pasillo que va hacia mi despacho. Al fondo, aparece El Máquina II.

    -¿Le has encontrado?- Me dice con más esperanza que curiosidad y los brazos en jarras.
    -No, he mirado por todas partes y no est…
    -¡A-JÁ! ¡OS HE PILLADO!- De un rincón oscuro ha saltado Gargamel. Y del fondo luminoso del pasillo ha saltado El Máquina II gritando como una nenita.
    -Hombre, a tí te quería yo ver-, contesto tranquilamente. El Máquina II jadea al fondo y se acerca despacio.
    -Pero… pero… ¿no te has asustado tío?- Me pregunta El Máquina II casi indignado.
    -Killminds. Y una esposa sonámbula propensa a gritar al mínimo sustito. A todo se hace uno.
    -Joder, joder… lo tuyo es increíble.
    -Bueno, señoritas, cuando terminen de cotorrear les cuento que he descubierto un agujero de seguridad en el sistema que no le va a gustar a los de arriba-, suelta el señor Gargamel bastante ofendido porque nos hemos olvidado de él un poquito de nada.
    -¿A eso has venido? ¿A tocar los huevos? ¿Has estado viendo películas de hackers por ahí?
    -Ja, ja, y otro já. No te pondrás tan chulo cuando $Hyperboss sepa en manos de quién estamos.
    -Oh, me has convencido. Muéstrame ese agujero de seguridad, por favor, para que al menos pueda inventarme una excusa que salve mi puesto de trabajo.
    -Creo que a eso se le llama sarcasmo, ¿no? Chulería no te falta, desde luego. Venid, venid, a ver si os hace tanta gracia el desastre que tenéis montado.
    -Vamos, MKII, que esto me preocupa profundamente y conmueve mi frágil espíritu.

    Gargamel resopla y se dirige hacia los ascensores. El Máquina II me mira confundido. Me encojo de hombros y señalo con la cabeza en dirección a Gargamel.

    Bajamos hasta administración en silencio casi absoluto. Sólo el zumbido del ascensor y el chasquear de lengua de Gargamel. El tío está disfrutando de lo lindo. Entramos en el departamento y Gargamel nos guía hasta el puesto en el que inició sesión.

    -Aquí está. ¿Qué te parece?
    -Un ordenador.
    -Muy gracioso. ¿No ves nada raro?
    -No, como soy tontito…
    -Pues que estos son mis ficheros. ¿Lo ves?
    -Lo veo. ¿Y?
    -Joder. Esto cuando lo cuente no se lo cree nadie. Mira-, me dice, y se va hacia otro PC encendido y pone su usuario y su contraseña. Al poco aparece su escritorio con sus ficheritos y todo.- ¡Mira!
    -Otro ordenador.
    -¿Pero es que no lo ves?
    -Pues no…, le digo juntando mis dos dedos índice y separándolos alternativamente.
    -¡Ven!-, me dice y se va corriendo. Le sigo hasta Contabilidad, a un PC encendido y se loguea. – ¡Mira esto!
    -Pues yo es que no veo nada raro, tú.
    -¡Mis ficheros están en todos los ordenadores! ¡Cualquiera puede acceder a mis cosas! Y seguro que los de los demás también.
    -Ah, así que es eso… pues es un buen agujero, sí… desde luego.- El máquina II nos mira con ojos de borrego.
    -Ya te lo dije yo.
    -Un puto agujero en tu cabeza. ¿Qué te hace pensar que tus ficheros están diseminados por todos los ordenadores? Y más aún, ¿cómo tienes la poca vergüenza de pensar que están además los de los otros usuarios?
    -¡Pues está claro! Si meto mi usuario y mi contraseña en cualquier equipo salen mis datos. Y a los demás les pasará lo mismo. ¿Es que no te das cuenta de que si alguien roba un ordenador se lleva información confidencial y ni te enteras? ¿Eh? ¿Qué pasaría si alguien se llevase un ordenador a su casa?
    -Primero, que se llevaría la mesa también. Los ordenadores están amarrados con cables de acero. Segundo, que se llevaría un ordenador. Punto. ¿No se te ha ocurrido pensar, oh, eminencia entre las eminencias, que tus datos aparecen porque están en un servidor y se muestran allí donde inicias sesión?
    -¡Eso es una chorrada! Eso no tiene lógica.
    -Bueno, míralo desde éste punto de vista, lumbreras. Si se te jode el ordenador, querrás seguir trabajando y no perder nada, ¿no? Pues esta es la manera. Tus datos realmente no los tienes en tu ordenador.

    Se queda pensativo un segundo. Pero no piensa sobre lo que le he dicho, pues sabe que tengo razón, sino en algo que pueda decir para quedar por encima.

    -Pero mira, hay una manera de evitarlo,- le digo mientras saco el móvil del bolsillo e inicio sesión en el servidor de dominio.- Lo que estoy haciendo es limitar el inicio de sesión a tu ordenador nada más. Pruébalo, verás que ya no puedes ver tus ficheros-. Se va a un equipo e intenta iniciar sesión. Obviamente no puede.
    -Bueno, vale, vale, buen trabajo, chicos, perdonad…- se intenta marchar de ahí. Le cedo el paso y relaja ligeramente la chepa.
    -Pero un momentín… para aumentar la seguridad voy a bloquear tu cuenta, no sea que mientras no estés se cuele un hacker con tus credenciales y tal.
    -¿Pero para qué vas a bloquear mi cuenta? ¿Estás tonto? Si total, la tendrás que desbloquear pasado mañana…
    -No, no, cuando apagues todos los ordenadores de la empresa, te la desbloqueo.
    -Si he encendido cuatro ordenadores, no es para tanto, los apagáis vosotros y ya está, que yo tengo prisa. Hale, que no le voy a decir nada a nadie, ¿eh?- me dice con condescendencia. Es lo que tiene que todo el mundo le tema por lo rastrero y delator que es. Pena que a mí me inspire más asco que otra cosa…
    -No, has encendido todos los ordenadores de esta planta.
    -¡Eso es mentira!
    -No, mira,- y enciendo con el botón verde toda la planta.
    -¡Oye! ¡Esto lo arreglas tú o se lo digo a $Hyperboss!
    -No lo entiendes. O apagas uno por uno los ordenadores de esta planta, de la de abajo -clic – y los que tenías encendidos o $Hyperboss sabrá que un gilipollas nos ha hecho perder una hora y media jugando al gato y al ratón.
    -¿Y a quién va a creer? ¿A tí?
    -Y a los registros de actividad que le presente. Y no le gustará saber que andas enredando por ahí fuera de horas de trabajo simplemente por ponerte una medallita. Por cierto -clic -, en la planta de Diseño te has dejado todos los ordenadores encendidos.
    -¡Vale! ¡Vale! Ya voy, cómo te pones por nada, si era una broma, joder…
    -Una broma… Uy, se me ha escapado el dedo y resulta que te has dejado encendidos todos los ordenadores de la planta de fabricación. Bueno, tómatelo con calma.
    -Esto no va a quedar así. Que lo sepas-, su voz rezuma odio y mala hostia. Este tipo de personas te puede buscar un disgusto y hay que saber cuándo parar. El Máquina II habría parado hace un rato. Yo no. Con esta gente no hay que parar nunca. Me lo quedo mirando fijamente y sonrío.
    -Desde luego que no va a quedar así. Cómo lo sabes, jodío. Cuando termines de apagar todos los ordenadores de la planta baja, te desbloquearé tu cuenta.
    -Quédate con la puta cuenta para ti sólo. Te la metes por el culo.
    -No, que la necesitarás, hombre.
    -Cuando hable con $Hyperboss lo que vas a necesitar tú es un buen empleo, eso es lo que vas a necesitar.
    -Que noooo… mira, que la vas a necesitar para poner un ticket con copia a $Hyperboss para que restaure tus ficheros desde una copia de seguridad, ya que han sido borrados automáticamente por un sistema que detecta demasiados inicios de sesión de un usuario fuera de hora en equipos distantes entre sí mientras dos informáticos persiguen al conejo color verde vómito de perro de agujero en agujero. Y que no me entere yo de que desenchufas ni un solo ordenador.
    -Vete a tomar por culo…
    -A tu salud.

    Se pone a apagar ordenadores poquito a poco con cara de muy pocos amigos. El Máquina II y yo nos vamos. Caminamos en silencio.

    -¿Killminds?
    -Un poco.
    -Aquello debía de ser un infierno.
    -No tanto, a veces lo echo de menos.
    -¿Y no te has pasado un poco con Gargamel? A ver si nos va a buscar las cosquillas…
    -Tranquilo. Va a estar rumiando bastante tiempo y al final se dedicará a putear a otros. Este tipo de imbécil subsiste simplemente porque a los jefes les interesa saber qué se cuece por ahí. Siempre y cuando no den por culo. Y éste se ha crecido demasiado.
    -Aún así… creo que te has pasado un huevo.
    -¿Por hacerle apagar a mano cientos de ordenadores?
    -Por ejemplo.
    -Nah, mira, se le han encendido otra vez los de Contabilidad.
    -¡WARDOOOG! ¡JODER! ¡QUE YA ESTABAN APAGADOS! ¡VALE YAAAAAA!- se oye gritar al fondo a Gargamel.
    -¿Lo ves? Manso como un corderito… bendito Wake on Lan.
    -La madre que te parió.

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