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  • Buen leer

    El increíble viaje del faquir que se qeudó atrapado en un armario de IKEA,d e Romain Puértolas

    El último pasajero, del maestro Manel Loureiro

    Tengo una pistola, de Enriqe Rubio

  • Atila

    Atila lleva poco tiempo en la oficina. Le han puesto en recepción de pedidos. Es un puesto que siempre ocupan los novatos porque se supone que no tiene más complejidad que elegir el cliente, serie de pedido y meter las cosas que haya solicitado nuestro cliente. Y de hecho, la aplicación no permite muchas más cosas.

    Durante un tiempo, nuestro buen hombre, un tío grande y rudo, con voz grave, gafapástico perdido  (de color verde); con los brazos peludos como la pata de un oso y, por supuesto, el cerebro del tamaño de los testículos de una mosca del vinagre hembra; pasó desapercibido excepto en el comedor, donde trasegaba ingentes cantidades de comida. MKII y yo no hablábamos de él más que para calcular cuándo debería terminar la digestión en función de la composición de su comida para evitar ir al baño en las dos horas posteriores al evento, que calculábamos inhumano y ciertas fuentes califican como «olor a cadáver de político español enterrado en estiércol de banquero fermentado».

    Pero un buen día, Atila encontró el teléfono en su mesa. Y otro buen día, averiguó que en «sistemas» cogían el teléfono los informáticos. O tal vez no fue un buen día. Para él.

    ¡Bimbambidubi! ¡Dubi!

    -Sistemas, la oferta de hoy es un gotohell poco hecho con patata asada. ¿Qué desea?
    -Ehto… ¿no eh ahí loh informáticoj?
    -Sí señor, aquí estamos. Wardog al aparato.- como no me suena la voz ni el acento berraquil, pues seamos amables.
    -Ah. Pueh mira mi pantalla que  ehto eh una mierda.
    -Bien, bien…
    -¿Ya la veh? ¿Eh? ¡La vej o no la vej! – impaciente, maleducado y bestia. Este se ha criado entre jabalíes.
    -Pues es que no puedo, oye.
    -Pueh vaya informático. Po’ ven p’acá.
    -Tampoco puedo.
    -Pueh aquí me planto y cuando me digan que qué cohonej ejtoy haciendo, digo que el puto informático no me hace caso.
    -Tú mismo.

    Clic. Que me gusta a mí que llamen y no diga ni quién es, ni dónde está y que por supuesto, no use el portal de soporte. ¿Pa qué?

    ¡Bimbambidubi! ¡Dubi!

    -Sistemas, para hablar con un humano, pulse uno, para hablar con algo inhumano, cuelgue y mantenga una conversación mental.
    -¿Wardog?
    -Servidor. Es que estaba grabando unas cosillas para el contestador.
    -Ah, mira, que soy el supervisor de recepción de pedidos. Tengo a Atila parado porque dice que no le haces caso.
    -Ah, que se llama Atila-. Al fin relaciono la voz con el engendro.- No, si ha llamado antes, pero no ha dicho ni su nombre, ni departamento ni equipo, así que poco puedo hacer hablando con un desconocido.
    -Anda coño.
    -Camina, pene.
    -Va. Te lo paso. Puesto 173.

    Conectando a puesto 173…

    -¡Oye!
    -Coño, tú, qué susto. Ten cuidado, que soy una persona frágil y asustadiza. Atila, ¿no?
    -Jí.  Que ehto eh una mierda.
    -Pues no lo toques por si pringa. ¿Algún problema con el ordenador?
    -¡Poh no tejtoy  diciendo que ehto eh una mierda!
    -Ya, pero es que para esos asuntos tienes que hablar con estercoleros y has llamado a sistemas, así que sólo arreglamos problemas con ordenadores.
    -Pueh eso tejtoy diciendo, joder. Que el o r d e n a d o r – dice muy despacio y con recochineo – ehte eh una mierda y no puedo trabajar con él. Tráeme otro.

    Oh. Ah. Este tío me recuerda alguien. Y no es por el acento. Y no es por el tono de voz. Este tío es Pollamboca sin tetas.

    -No. Para la mierda de trabajo que haces, te sobra con el que tienes.
    -Oye tú, cuidaíto conmigo, ¿eh?
    -Lo mismo te digo.  Te conviene que nos llevemos bien. Ya sin coñas. ¿Qué cojones te pasa?
    -Que me ha desaparecido la barra de la derecha. – Le tengo cabreado. Pobre.
    -Um… vaya. El típico caso de la desaparición de elementos con nombre poco conciso… ¿Qué barra?
    -La de la derecha.- Esto va a ser largo.
    -Vale. ¿Cómo  era la barra?
    -Pueh grij, como todas. – Muy largo.
    -No, que qué hacía esa barra.
    -¿Y tu ereh informático? ¿Pos qué va a hacer? ¡Subir y bajar las cosas!
    -Ah, que no es una barra de herramientas, que es una barra de desplazamiento. Vale, vale. ¿Y de qué puto programa te ha desaparecido?
    -¡Yo que sé cómo se llama esto!
    -Pues vaya puta mierda de auxiliar administrativo que no sabe cómo se llaman sus herramientas.
    -Oye, sin faltar, ¿eh? Que se lo digo a mi supervisor.
    -No, si te está oyendo, y seguro que se está preguntando por qué sigues vivo a estas alturas. Especifica o cuelga.
    -Mfgrs…. pues… El programa este que entras en internet y te mete los pedidos.
    -Um… ya veo por qué tanta urgencia… te quieres meter los pedidos… bien. Entra en el programa ese y enséñame dónde se ha caído la barra.
    -Entra tú.
    -No, que me da la risa. Vamos, que la vida pasa, machote.
    -Anda que no sois comodones los informáticos, ¿eh?
    -Te quedan dos. No es comodidad, es que nos gusta ver dónde coño metéis la pata, para poder ir a por la mula tractora y sacaros de la mierda.
    -Mfrgsls….- gruñe durante un rato y se dispone a abrir el programa que trasnfiere los pedidos desde el buzón EDI al ERP.- Ehto no va.
    -Tienes que poner el nombre de usuario y la contraseña.
    -No me lo sé.
    -¿Y cómo has entrado antes?
    -Me entra un compañero.
    -Y los comodones somos nosotros. En el manual lo tienes, es el mismo para todos.
    -¿Y dónde ehtá el manual ese?
    -Tú sabrás, macho, en algún cajón, supongo.
    -¿En el de arriba o en el de abajo?
    -Verás, Atila, como soy informático, tengo las dotes adivinatorias hiperdesarrolladas. En el de arriba.
    -¡Coño! ¡Aquijtá! ¡Anda que no hay libricos aquí! ¿Y cómo lo has sabido?
    -Fácil. Sois todos tan perros que no os agacháis veinte centímetros voluntariamente ni queriendo.
    -Ah, pero en ehte manual no vié ná del pograma, ná mah que de la cafetera. Hablar con vosotroh es como cagar párriba.
    -Una. Vale, no sabes identificar el manual apropiado. Te mando el manual al correo, no sea que te reviente una meninge y la tengamos. Ea. Revisa el correo.

    Mientras el señor Atila busca el iconito para acceder al correo, accedo a su escritorio y lo quito. Así, por vicio.

    -¡Wardog! ¡Que no puedo entrar en el correo!
    -Chico, eres una mina. ¿Por qué no puedes entrar?
    -¡Porque no tengo el programa!
    -¿Cómo no lo vas a tener?
    -Que te lo digo yo que no lo tengo, joder, que ha desaparecío…
    -Tío, ¿tú me estás vacilando? Llama a tu supervisor. Que se ponga.
    -Poj claro que le llamo. Veráh tú.

    Espero a que venga el super…

    -¿Wardog? ¿Me has llamado?
    -Sí, que dice Atila que no tiene el gestor de correo- pongo otra vez  el iconito- míralo, haz el favor.
    -Aquí está, sí, no hay problema…
    -Vale, gracias, majo.

    De fondo se oye «¡Cagonlahostia! ¡Pero si no estaba!»

    -¿Wardog?
    -Hola, Atila. En el correo ese te mando la contraseña y el usuario para acceder a los pedidos telemáticos. Cuando lo veas, sólo tienes que copiar y pegar los datos en la web y ya podrás entrar. Si te falta la barra esa, me lo dices que yo lo vea. ¿Vale?
    -¡Buuuuuuu! Po anda que no me haj dicho tú cosah ni naaaaaa…
    -Eso es que vale.
    -Wardog, que tengo un problema con el correo este.
    -Increíble. Sorpréndeme. se reciben loj correoh?
    -En la bandeja de entrada. ¿Tú es que no tienes móvil ni nada?
    -Ah, claro, no, si tiene lógica.
    -No como otros…
    -Vale. ¿Y cómo sé yo cuál eh el del manual?
    -Lo tuyo es grave. ¿Has pensado en leer los asuntos de los mensajes?
    -¿En el móvil?
    -No, detrás de tu escroto.
    -Mira que erej borde, tú. Si no sé me tienej que enseñar, ¿no?
    -Si no sabes, no deberías estar ahí.
    -Pueh no lo veo, hajta que no me lo ejpliquej bien, aquí me planto y…
    -Y nada, que ahí te vas a plantar, macho. Y no olvides decírselo a tu supervisor, ¿vale?

    Este se ha librado por una. Estaba probando una nueva filosofía de fresa, derivada el BOFH-Zen que además implica buen rollito hasta tres veces y luego, mala leche desbocada. Pero que no. Que no va a resultar. Lo mejor es la mala leche así, a bocajarro y el que se ponga delante que pene.

    -MKII, ¿tienes mucho lío?
    -Hoy no, la verdad.
    -Genial, necesito un favorcillo: investígame de quién es sobrino Atila, el que está en el puesto 173. Recepción de pedidos.
    -¡Marchando una de datooooos!
    -Gracias, hombre.

    ¡Bimbambidubi! ¡Dubi!

    -Sistemas, hoy, por ser jueves, adoraremos y deglutiremos al Maestro FSM a la carbonara.
    -¿Lo cualo?
    -Coño, Atila. ¿Ya has entrado?
    -¡Aquí no hay un dios que entre!
    -RTFM- le contesto mientras adopto la postura BOFH: pies en la mesa y repatingado en la silla.
    -¡Ej que lo informático no tenei vocaleh o qué!
    -Tenemos. Pero de hecho, ahora mismo echo de menos poder vocalizar el símbolo de admiración para emitir una negación avocálica.
    -¡Que tío má raro joder! ¡Cuidaíto conmigooooo!
    -Que si has entrado, digo.
    -¡Que no se puede!
    -Veamos…- vuelvo a conectar su pantalla y veo que tiene abierto el documento que explica cómo loguearse en la web de los cojones, que ya me dirán ustedes, usuario y contraseña y cómo, pulsando tres botones, se integran los pedidos desde el buzón EDI en la aplicación de la empresa. Aparte del manual, hay catorce ventanas del navegador de internet. Raro.

    ¡Turut! MKII me dice por mensajería que Atila es, al parecer, sobrino del $Hyperboss. Joder. Con razón va tan sobrado. Esto requiere andar con mucho tacto. Recordemos que no hace mucho me dieron permiso para hacer el mal…

    -Vale, Atila. Enséñame cómo lo haces.
    -Po como tú májdicho.
    -Enséñamelo.
    -No me sale de los cojones.
    -Cero.
    -¿Cero qué?
    -Que cero. Que acabas de ganar el premio gordo. Que ya está bien. Que si no sabes leer un puto manual te vayas a tomar por culo.
    -Tú no sabeh quién soy yo… pringao. Que tú no sabeh con quién tehtah jugando loh cuartoh.
    -Tú no sabes QUÉ soy yo, amigo. Y ahora, tienes dos opciones: o colaboras, o esta oficina es demasiado pequeña para los dos.
    -¿Mejtaj amenazando?- grita en voz alta para que todo el mundo le oiga.
    -Sí.

    Silencio al otro lado. Tal vez no se esperase esa respuesta. Es normal. La gente que depende de alguien con poder asume que puede hacer uso de ese poder, pero no asume que, para ello, al menos deben tener un mínimo de competencia para que se les tome en serio.

    -A ver- cede por fin- mira, yo selecciono el nombre de usuario aquí, en el pedefe. Y ahora abro el navegador y lo pego. ¿Eso está bien?
    -De momento lo estás haciendo bien, Atila.- Parece que se redime.
    -Y ahora me voy al pedefe otra vez y marco la contraseña. Y repito la operación. Abro el navegador y la pego. – y lo hace literalmente. Abre un nuevo navegador, le da al marcador del EDI, pone la contraseña y le da a aceptar. Y claro, no va.
    -¿Pero cómo se puede ser tan animal? ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿En el subsótano de un zulo?
    -¡Cuidaito conmigoo! ¡Si me lo ha ejplicao ají el supervisor!
    -Que ya te oí. A ver, amenázame.
    -No me hace falta amenazarte, te paso con el supervisor.
    -Qué pesao. Venga. Pásame.
    -¿Wardog?
    -Coño, qué rapidez.
    -¿Qué pasa ahora? Atila está rabioso porque dice que no le arreglas nada.
    -Lástima. ¿Tú sabes de quién es sobrino?
    -Pues claro, hijo, pues claro…
    -¿Y cuánto le tienes que tolerar tú?
    -¿Eh? No me han dicho nada especial… supongo que como a todo el mundo.
    -Vale, pues ponte en su puesto, que te explico lo que estaba haciendo la criatura y por qué no se lo puedo solucionar.

    Le explico, paso a paso y con pruebas cómo, un tío joven, fornido y gafapástico perdido (green fashion) es incapaz de meter un puto nombre de usuario y una contraseña como $Deity manda, y cómo, hacer perder el tiempo de sistemas con semejante incompetencia debería ser suficiente para recuperar del código penal el tema de los latigazos.

    -Telita. Esto… ya se lo explico yo, si eso, Wardog.
    -Uuuuuyyy… me sé de uno que tiene miedito del grandullón de la verde mirada…
    -Si no es eso, es que… bueno, que hay que darle una oportunidad.
    -Sí, sí… vale, explícaselo, machote. Suerte.

    Clic. Esto no ha terminado aquí ni mucho menos. Pues menudo es Atila. No lo presiento, lo sé.

    Pero sin embargo, pasaron más de dos horas. Dos horas para aprender a copiar y pegar en una web. Tiene huevos el tema. Y la santa paciencia que tiene ese supervisor o el miedo que le tiene al gigante verde. Yo sencillamente le he cogido manía. Es que no puedo con la prepotencia y con la soberbia asquerosa de quien no tiene otra cosa que familia rica. Y que los enchufes no me gustan. Y este lo lleva trifásico el pobre. Que podría hacer como todo el mundo y dorarle la píldora, pero es que me toca los cojones que un mentecato de este nivel ocupe el puesto de trabajo que no puede ocupar, por su culpa, alguien competente que esté en el paro.

    ¡Bimbambidubi! ¡Dubi!

    -Sistemas… estamos proponiendo la estupidez como deporte olímpico.
    -¿Wardog?
    -¡Atila! ¡Medalla de oro! ¡De platino! ¡De adamantium! Oye, ¿conseguiste entrar?
    -Sí, pero no gracias a tí, alhaja, que no tieneh paciencia ninguna, joder, que no todoh somoh tan lihtoh como tú.
    -Uy. A tí te han pegado un repaso en recursos humanos.
    -¡Y tú cómo lo sabes!
    -Porque ahora sabes con qué estás hablando.
    -Bueno, que mira, que ya he entrao y sigue sin aparecer la barra esa.
    -Veamos… -conecto con su ordenador y miro una pantalla absolutamente normal.- Oye, que ahí no falta nada.
    -¡Cómo que no! Ehto… mira, que aquí tiene que salir una barra, que en el del compañero sale y en ehte no.
    -Es que no puede salir. Esa barra sale cuando los pedidos no caben en la pantalla, y como caben, no sale la barrita. ¿Pillas?
    -Eso no e así.
    -Eso es así desde que un iframe es un iframe.
    -¡Que no me digas cosas raras!
    -Asshole!
    -¡Joder, Wardog! ¡Que te digo yo que eso no eh asín y punto! ¡Que me pongah la barra o se lo digo a mi tío!
    -Uno:  Eso es así por razones que no te voy a enumerar. Dos: No te puedo poner la barra porque esa web no la mantengo yo. Tres: aunque te la pudiera poner, no te iba a servir de nada. Cuatro:  Díselo a tu tío. Estoy deseando que me llame.
    -Tú ponme la barra y yastá, hombre, ¿qué te cuesta?
    -Que sale sola. Que cuando tengas más pedidos la verás. Con eso que tienes no sale porque no hace falta.
    -¿Y cómo sé yo que no hay más para abajo?
    -Porque no sale la barra.
    -¿Y si hay más y no los meto?
    -Si no hay barra no hay más. Punto.
    -Pueh vaya mierda de programa. Ehto no eh así en ninguna empresa.- pido por mensajería a MKII el currículum del pavo este. Lo recibo en cero coma siete segundos y lo abro. Qué eficiencia.
    -Veamos… así que has trabajado en empresas en las que esto no era así, ¿no?
    -Po claro, y loh informático hacían lo que leh pedíamo.
    -A ver… mmm sí, aquí lo tengo, esa empresa se llamaba… INEM. Porque tú no has trabajado en tu puta vida, macho, no terminaste de estudiar y no tienes experiencia profesional de ningún tipo.  Con treinta añazos ya te vale.
    -¿Y tú cómo sabes eso?
    -Tengo tu currículum en pantalla. ¿Esto lo imprimes en tarjetas de visita o gastas un folio entero?
    -¡Me cagonlaojtiaputaya! ¡Vete a tomar por culo!

    Y para mi sorpresa, el grandullón coge y me cuelga. En vez de enfadarse conmigo, va y me cuelga. En vez de enfrentarse y tirar de la manga a su tío, me cuelga. Esto ya no es lo que era. Ya no hay emociones ni nada. Enciendo los altavoces de mi ordenador y me pongo a buscar porno. MKII levanta la cabeza cuando escucha los gemidos.

    -¿Qué coño haces?
    -Buscando porno.
    -Ya, joder, pero, ¿ahora?
    -Es para ayudar a Atila.
    -¿Con un vídeo porno?
    -Y si puede ser de zoofilia, mejor.
    -Mira, no quiero saberlo.

    Luego de buscar un rato, doy con un par de vídeos así escandalosillos. Y por supuesto, el de las dos chicas que se comen un helado de chocolate. Programo unos cuantos comandos remotos que se repetirán cada cuatro minutos en el PC de Atila. Programo la hora de inicio para diez minutos más tarde y me voy a por un café. Cerca de pedidos. Cerca de Atila. Busco al supervisor de recepción y le invito a un café.

    Comenzamos a charlar cuando al rato sobre el señor Atila, se oyen unos gemidos salvajes en toda la oficina. Todo el mundo acude al origen y ve a Atila más colorado que  un tomate, aporreando inútilmente el teclado intentando acallar el vídeo. El supervisor sale escopetado hacia el departamento y se encuentra con un potro de cinco patas haciendo cochinadas con una chinita que grita sentidamente en la pantalla de Atila.

    -¡Pero qué estás haciendo, Atila!
    -Yo… yo… ¡nada!
    -¡Pero como que no! ¿En vez de trabajar te pones a ver porno en la oficina?
    -¡Es que Wardog no me arregla nada!
    -Como si eso fuera excusa… Cierra eso ahora mismo y ponte a trabajar, ¡vamos!

    El chico lo cierra  como buenamente puede y se pone a trabajar. Al rato, salta otro vídeo. El supervisor casi escupe el café al escuchar los gritos brutales que emergen no ya del PC de Atila, sino del despacho. Gritos de asco, de repugnancia, como si estuviesen viendo a 2 chicas comiéndose un helado de chocolate fabricado por una de ellas. El supervisor vuelve a regañar a Atila.  Me da pena el pobre Atila. Mientras veo cómo el supervisor le está metiendo el repaso de su vida, me pregunto si no me habré pasado con el pobre chico. Entonces, cuando el supervisor se está girando después de echarle la bronca y se va a buscar un vaso de agua, sus ojos se cruzan con los míos. Y tenía esa mirada. Esos ojos porcinos destilaban la ira típica de quien ha sido ultrajado. Pobre. Alza el puño y, sin que el sonido salga de sus labios puedo leer «Te vas a cagar». Sonrío y niego con la cabeza, le señalo a él y, con el móvil acelero la ejecución del tercer vídeo: siete maromos gritones de cien kilos cada uno reciben goce sexual de un octavo maromo por turnos. El supervisor se gira y, ya sin miramientos piede a Atila que le acompañe.

    -¡Pero si ha sido Wardog!
    -¿Yo?- digo con toda inocencia.
    -¡Te he visto!
    -¡Ni Wardog ni hostias!- tercia el supervisor- ¡Vente, que vamos a hablar con tu tío, a ver qué es lo que opina él!
    -Wardog, esta me la pagah por mih muelaj-. Me amenaza secamente. Con la voz fría como el hielo.
    -OK, apúntamela.

    Y se van por el pasillo, con paso presuroso. Yo me vuelvo a mi puesto y sigo trabajando.

    ¡Bimbambidubi! ¡Dubi!

    -Sistemas, uno para todos, todos aomar o’ulo.
    -Hola, Wardog. Soy $Hyperboss.
    -¡Hombre, buenos días! ¿Qué se le ofrece?
    -Se acaban de ir de mi despacho mi sobrino Atila y su supervisor. Me ha dicho que estaba viendo porno.
    -Sep, eso parece.
    -Y mi sobrino dice que no le arreglas nada.
    -Correcto, pero eso es porque no hay nada que arreglar, simplemente no sabe hacer la o con un canuto.
    -¿Insinúas que es un inútil?
    -Exactamente eso.
    -Tú tienes los cojones cuadrados, ¿verdad? ¿No te estoy diciendo que es mi sobrino?
    -Bueno, cuadrados no los tengo, la verdad, pero pelados… desde hace mucho.
    -Ya veo, ya… y estoy seguro de que lo del porno no ha sido él, que tú has tenido algo que ver.
    -Es bonito cuando dos personas, de escalafones distintos en la jerarquía se conocen tan bien.
    -Pues chico, muchas gracias-. Toma ya. Ahora sí que me ha pillado. Y yo a la defensiva…
    -De nada, para eso estamos.
    -No, en serio, es que me lo endosó mi hermana, que le hiciera el favor porque el chico no encuentra trabajo en ningún sitio. Pero es que es un vago redomado y un niño mimado. Esto que ha pasado me ha venido de perlas para tener una excusa y librarme de él.
    -No me extraña.
    -Y el tío es que no quiere nada más que estar en la oficina, porque sería una vergüenza para él trabajar en una obra o de reponedor o cualquier otra cosa.
    -Pues no le vendría mal una curita de humildad.
    -Ya, pero… ahora que se busque la vida, ya he dado orden de que lo despidan.
    -Hombre, no creo yo que sea necesario tanto…
    -¿A qué te refieres?
    -A darle un puesto del que dependerá la buena marcha de los demás.
    -¿Un puesto de directivo?

    Después de hablar con $Hyperboss, quedamos en que no le despedirían. Yo tengo mi corazoncito y no quisiera que se fuera a la calle con la vergüenza de tener que soportar los comentarios de la gente, que es muy cruel y conseguir que te echen de la empresa de tu tío tiene miga. No. Que no sea por mí que se quede sin trabajo.

    -¿Pero otra vez, Wardog?
    -¿Qué pasa? ¡Lo he perdido!
    -Tú no tienes sentimientos.
    -Oye, para eso se creó el puesto, ¿no?
    -No tienes sentimientos, macho. Estás hueco.
    -Que sí que tengo, pero es que siempre me los dejo en casa.

    ¡Bip bup bip!

    -¿Dígame?
    -Hola Atila, buenos días otra vez. ¿Tenemos correo?
    -Pesaíto ereh con el correo, Wardog.
    -En absoluto, simplemente me preocupo. ¿Has mirado en la bandeja de entrada?
    -Mira que se lo digo a…
    -A tu tío, sí. Ejem. Vale, y oye, que necesito un lápiz, que he perdido el mío.
    -Ahora te lo llevo.
    -Me corre mucha prisa, por favor.
    -¡Te lo llevaré cuando pueda!
    -Vale, vale, tranquilo, luego te llamo a ver si estás más desahogado.
    -¡Que no llameh má! ¡Que ya te lo llevo joder!
    -Gracias, hombre, no esperaba menos de un tío tan entregado a su trabajo.

    Clic.

    -Wardog, el día que se de cuenta de que no pierdes los lápices la vais a tener.
    -Nah, si este muchacho es un cacho pan.
    -Lo que no sé es cómo siendo el sobrino del $Hyperboss está repartiendo el correo y el material de oficina.
    -Misterios de la vida, tú. Hay que empezar desde abajo, ¿no?

    Al rato llega Atila por el pasillo, me da mi lápiz y se va de mala gana, mirando al suelo.

    -Atila, ¿has mirado si, por casualidad teníamos correo?
    -¡Sí! ¡Y no teníais nada! ¡Ya está bien!
    -Vale, si acaso ves que tienes algún problema con el correo, me llamas, ¿eh?
    -¡Pero si no tengo ordenador!
    -Uy. Mejor así, ¿no?

    Se gira sin mediar palabra y cierra de un portazo. Mira tú por dónde, hemos creado un puesto de trabajo y un trabajador feliz. Y bueno, Atila que se joda.

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