Síndorme prevacacional.
Mi jefe está con el síndrome prevacacional. Esto significa que puesto que en un mes mas o menos, la fábrica va a estar más parada que la cola del INEM a la hora del cafelito, la úlcera se le ha puesto de cresta y está de un insufrible que da miedo. Bueno, miedo no, da risa.
Y es que cuando la úlcera se le sube a la coronilla, le da por «hacer cambios». Pero si fuesen cambios más o menos lógicos, pues bueno, pero no.
Se coge al encargado del almacén. Lo mira de arriba a abajo. Y le echa una bronca porque no trabaja. Hala. Claro, el tío delante del ordenador picando datos, preparando listados e informes para llevar a los que tienen que mover la mercancía, para dárselo mascado y que no tengan que pensar, porque cuando piensan son un peligro.
Pues como este tío se está tocando los huevos, lo cambia al departamento que controla las tiendas.
La de las tiendas tampoco trabaja porque tiene el messenger abierto todo el día. Claro, que el hecho de que se comunique con las tiendas por messenger es una excusa. Esta se lleva un buen rapapolvo también. Y la pone a controlar rendimientos de máquinas de producción. Es lo suyo. Coño ya.
Me llama a mí para decirme todo eso. Y como soy tonto, le digo que no me parece bien.
-Chicho tiene el almacén limpito y se hace todo más deprisa que antes.
-Yo no quiero que esté en el despacho y se acabó.
-¿Y la de las tiendas como es que la cambia?¿No sería mejor que se quedase donde está ya que controla el tema?
-No, porque le sobra mucho tiempo para lo que hace. Su trabajo se hace en dos horas.
-Pues yo creo que no.
-Pues yo te digo que sí.
-Pues bueno.
-¡Y a tí también te sobra mucho tiempo!
¡Hostias!¡Qué bien!
-Claro, por eso salgo a las horas que salgo.
-Pues no quiero que salgas tarde.Ven más temprano.
-De puta madre. ¿Y mi trabajo quién lo hace?
-No, si ahora me dirás que no te da tiempo…
-Pues no… Según usted, ¿cuál es mi trabajo?
¡Oh!¡Pregunta sorpresa!Se queda pensativo unos segundos…
-Pues arreglar ordenadores.
-¿Exclusivamente?
-Y…hacer lo que no sepan los demás.
-Entonces sí me sobra tiempo.
Se queda con cara de póker. No se esperaba que le diera la razón.
-¿Entonces por qué dices que no te da tiempo?
-Porque si hago eso y tengo que programar, me quedo sin tiempo. Me faltan horas en el día.
-¡Ah!¡Pues no programes!
-¿No?
-No, no programes.
-Vale, pues todo aclarado, ¿no?
-Si, venga, venga.
De puta madre. Me voy a tocar los huevos a dos manos. ¡Con vicio!
De repente suena el teléfono. El boss.
-Oyes, ¿puedes bajar un momento?
-Claro, voy para allá.
Bajo a su despacho.
Me recibe con seriedad.
-Mira, tenemos un problema con las tiendas.
Qué raro… las de las tiendas no dan nunca problemas…
-¿Qué pasa ahora?
-Pues pasa que el programa no controla lo que se manda a remanufacturar ni a instalar.
-Sí lo controla.
-Que no.
-Que sí. Que el programa lo he hecho yo e incluí eso.
-Pues no lo hace.
-Será que no lo hacen ellas.
-Dicen que está estropeado, que no funciona.
-Un segundo.
Llamo a una tienda cualquiera.
-Oye, ¿qué le pasa a lo de enviar a instalador y confeccionar?
-Que no funciona.
-¿Cómo que no funciona?
-Sí que no funciona. No sabemos cómo va.
Ah, de puta madre. A mi me montan en el trasbordador espacial y digo que no funciona porque no tengo ni puta idea.
Cuelgo.
-Que dicen que no saben usarlo.
-¡Joder! ¡Pues a mí me dijeron que no funciona!
Me lo quedo mirando. A ver si todavía me va a rebatir lo que le digo.
-Naaaaada, boss, no se preocupe que yo las llamo una por una y se lo vuelvo a explicar.
Se queda con cara de jodido. Este hombre no puede quedarse sin llevar la razón.
Yo me piro porque lo veo venir.
El día transcurría feliz. Dado que ya no tengo que programar, me queda tiempo entre aviso y aviso a enredar con servidores, probar programas… Vamos, trabajo de administrador de sistemas.
Bajo a recoger un paquete y me cruzo con el boss.
Me pide que le acompañe al despacho. Ahora soltará el órdago. Si me lo conozco como si lo hubiera parido.
-Mira, que el programa de las tiendas no hace pedidos a proveedores.
-Claro que no. Cuando hicimos las especificaciones usted dijo que eso no hacía falta. Por lo tanto no se hizo.
-Pues sí que hace falta. Yo no te dije eso.
Nota mental: comprar una grabadora de voz.
-Bueno. Pues volvemos a empezar. No tengo tiempo.
-¡Pero si te sobra tiempo!¡Me lo has dicho antes!
-Claro. Si me limito a reparaciones, asistencias y administración de sistemas, me sobran 2 horas al día. No me da tiempo a programar porque esas 2 horas son en fragmentos de 5 o 10 minutos. Usted me dirá si así hay forma de centrarse.
-¡Pues no programes!
Me temo que cuando hablo no me expreso con claridad.