Una conversación escatológica la tiene cualquiera. Y hace un momento, hablando con una señorita que no nombraré para mantener intacto su honor, salío a colación, casi a culación, mi perro.

Resulta que ayer hacía una noche estupenda, 16º marcaba el termómetro del coche (el único que tengo) y saqué a Trufo a dar un paseo. Y qué coño, hoy te suelto, campeón.
El animalito vio una «habitación» tan grande que se volvió loco. Sólo se veía una estela blanca zumbando de lado a lado corriendo por el campo cual centella peluda. Todo lo quería oler, todo lo quería mear el animalito.
Tan embriagado estaba de libertad que no atinaba en una dirección concreta ni en hacer nada a derechas. Tanto que se convirtió en una máquina mortal.
Debió sentir la llamada de la naturaleza (que se cagaba, leñe) y agachó el culete. Pero no podía esperar tanto y echaba a correr con un zurullo colgando de su trasero, y al notar el peso giraba y reculaba asustado de suerte que el mojoncito salía disparado cual proyectil.
Y debía hacerle gracia, porque lo repitió cuatro o cinco veces a la par que yo me descojonaba y el perro volvía a ver qué me pasaba, salía disparado otra vez y soltaba otra andanada.
En esto que llega mi cuñada con su novio y Trufo, que la quiere con locura vino atropelladamente y a poco estuvo de partirle una pierna a la muchacha de lo fuerte que aterrizó el bicho. Tres lametones y dos ladridos después se quedó quieto mirando a la rubia. No movía un músculo. Simplemente la miraba. Me acerqué al perro y le toqué la nariz. No pestañeó siquiera.
Y como le conozco, porque le conozco como si le hubiese parido, entré a casa, cogí una pelota y salí.
Y allí que seguía el tío mirando a la rubia y la rubia asustada, llorar le faltaba. Le mostré la pelota al perro y la lancé lejos. Trufo salió escopetado como un misil, dejando en el sitio un cirote digno de un mastín.
Sabía yo que con lo fino que es este perro no podía hacer nada con tanta gente mirando, necesitaba un estímulo para aflojar el esfínter.
Conclusión: mi perro es aún más tonto de lo que yo pensaba.
Conclusión 2: como sea verdad eso de que los perros se acaban pareciendo a los amos, estoy muy jodido.

PD:
¡Anda que os quejaréis! ¡Dos entradas en un día!