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    Me he cansado de poner publicidad para costear los gastos del blog. Puedo asumirlos por mí mismo. Hago esto por diversión.

    Pero si te apetece pagarme una cerveza, aquí tienes un botón:

  • ¡Cómprame un libro!

    320 páginas de celulosa no retroiluminada vintage con lo que hay aquí y el final de "Un nuevo mundo". No necesita baterías y funciona con casi cualquier luz visible.

    Aviso: El papel puede cortar. Consideradlo una feature de ataque a lusers.

  • Buen leer

    El increíble viaje del faquir que se qeudó atrapado en un armario de IKEA,d e Romain Puértolas

    El último pasajero, del maestro Manel Loureiro

    Tengo una pistola, de Enriqe Rubio

  • Arrojar un supervisor a un BOFH duele.

    Esto de cambiar de empresa es la leche. Cuando uno sale de un infierno como es Killminds y entra en un sitio que en apariencia es mejor, más grande, más limpio y con lusers que saben atarse los zapatos; pues llega a pensar que trabajar puede ser hasta una cosa agradable. Y una vez más tengo que reprocharme ser tan inocente.

    En Suprakillminds no es que los lusers sean tan brutos como en Killminds. No. Hasta les ganan. Pero no por las burradas que perpetran, sino porque esto es una empresa súper burocratizada, con cabezas visibles y muy muy organizada.  Aquí todo es súper ISO, súperverificado por los encargados de sección que aquí se llaman Supervisores. Así, con mayúsculas.

    Los Supervisores parecen ser Florentinos: seres superiores. Seres plenipotenciarios con mano de hierro que juegan a ver quién la tiene más gorda. Afortunadamente, suelen ser seres competentes, expertos en el manejo de ganado bobino. Y no, no he escrito mal la palabra «bobino». Al ganado bobo se le llama así.

    Pero, en lo que a lusers respecta, los supervisores son armas arrojadizas. A la que te descuidas, en una trifulca entre dos lusers de departamentos distintos, empiezan a volar los supervisores. Y se suelen acojonar con eso de «pues ahora te llamara mi supervisor, te vas a cagar, ¡gilipollas!». Obviamente a mí me amenazan con arrojarme un supervisor. Y sí, me parto de la risa.

    ¡Bimbam bidubi dubi! ¡Bimbam bidubi dubi! ¡Bimbam bidubi dubi! ¡Bimbam bidubi dubi! ¡Bimbam bidubi dubi!

    -Sistemaaaas… Have you tried to turn it off and on again?
    -¿Es donde los informáticos?
    -Me temo. ¿En qué puedo servirle, Sherlock?
    -¿Quién? No, si yo soy Ionosio-. Ah, bien. Ionosio. Del tipo «¿Qué? ¿Que mi teclado está lleno de migas? ¡Yiiiiooooo no he sido! ¡Yo no como!»

    Hace no mucho, el pobre hombre nos llamó preocupadísimo porque su monitor estaba quemado. Literalmente, según él, su precioso TFT de 19″ se había quemado con el sol. Y mira que nos lo había avisado, que le pusiésemos un cristal protector de esos que proliferaban hace años, que él los usaba y jamás se le quemó un monitor, y no ahora, que mira, por tener la persiana subida se le fríe la pantalla. Nos personamos MKII y yo en su puesto, picados de curiosidad y al ver el monitor primero nos asombramos y luego nos descojonamos.

    -Pero oye, esto no es que esté quemado.
    -¡Cómo que no!
    -Ye te digo yo que no. Esto es que has estado viendo las fotos de las vacaciones con algún compañero.

    Se me queda mirando sorprendido.

    -¿Hay cámaras aquí? ¿Ver las fotos quema la pantalla?
    -No, no hay cámaras, pero no me des ideas. Y esto, gorrinazo, es chocolate. Y sé que has estado viendo las fotos de las vacaciones porque hay dedazos por toda la pantalla a la misma altura, de cuando has estado explicando quién sale en la foto.- Recojo un poco de chocolate de la pantalla y se lo unto en la nariz.
    -¿Yoooo? ¡Yiiiiiiiiiiiioooonohesido!
    -Ahm. Cuerno de chocolate en papelera, chocolate en la comisura de los labios, chocolate en el teléfono… no sólo has sido tú sino que además desconoces la función de la servilleta.

    MKII me decía a la vuelta que a los lusers no les gusta que les digan esas cosas. Que es mejor darles la razón como a los tontos. «Pensaré en ello», le dije.

    -Dime, Ionosio, ¿Qué has manchado de chocolate ahora?
    -¡Nada! ¡Yo no fui!
    -Ya, si lo sé. En fin, dime en qué puedo ayudarte.
    -Estoy haciendo albaranes y esto falla como una escopeta de feria.
    -Bien, ¿abro la incidencia así? ¿Quieres que ponga que el programa de albaranes falla como una escopeta de feria? ¿Lo marco como solucionado cuando funcione como un bazooka koreano?
    -¡Y yo qué sé! ¡Esto es cosas de informáticos!
    -O de adivinos. Va, dime qué es lo que te pasa.
    -Es el repato de los albaranes, cuando quiero hacer un reparto distinto de cero y de cien, no va.

    Wow. Mira, si casi parece una incidencia de verdad, testeada, verificada y reproducida. Pero no me lo creo. Pregunta clave:

    -¿Y desde cuándo hace mal el reparto?
    -¡Desde hace un momento! ¡Que no hay manera!- Respuesta incorrecta.
    -Bien, bien, bien… Un segundo, por favor.- Le pongo el vals de los desesperados un poco mientras hago un albarán, lo reparto (el reparto es una movida que programamos para que los albaranes se repartan equitativamente entre sedes, con el porcentaje que se indica para la central y el resto a dividir entre sedes). Reparte de puta madre. Obviamente siempre ha ido bien, pero hay que asegurarse. Le quito la música del SuperMario a Ionosio.
    -A ver, dime el albarán que no puedes repartir.
    -El 7402834.
    -Vale-. SuperMario. Consulto el albarán. Quito el SuperMario.
    -A ver Ionosio, que al programa no le pasa nada. Revisa el albarán, que es porque…
    -¡Ionosio! ¡Ionosio! ¡Yioo nooo he sidooo!
    -Pero si yo no te digo que…
    -¡Ionosio! ¡Esto se ha roto solo!
    -Que no está roto, que resulta que…
    -¡Que IOOONOOOOSIOOOOO! ¡Esto se ha jodido solo! ¡Y como no me lo arregles ahora mismo te vas a cagar!

    Error. A un BOFH que estaba a puntito de decirte cuál es tu problema no se le amenaza. Bueno, en general no se amenaza a un BOFH.

    -Mira, Ionosio, estoy estreñido. ¿Cómo vas a conseguir que suelte mi carga y mi pena?
    -Que gracioooosooo… verás cómo no te pones tan gracioso cuando te llame mi Supervisor. Chulo, que eres muy chulo.
    -¿Quién es tu supervisor?
    -¿Conoces a John Deadsoul?

    Por supuesto. Un hombre sin sentimientos, mal genio, competente hasta el extremo y con una ira que se desborda con una leve caricia. Un sol de hombre.

    -Bien. Pues nada, que ya le llamo yo, si eso.
    -¿Que le llamas tú? ¡Ja! ¡Y yo que me lo creo!
    -Le estoy llamando por la otra línea. Un segundo. ¿John? Buenos días. Nada, que Ionosio dice que quiere que nos reunamos porque tiene una queja sobre mí. Sí, en su despacho. Claro. Ahora mismo puedo. Voy. Ionosio, que voy.
    -¡Venga, machote! ¡Te vas a cagar!
    -Ahí, dale más cabezazos a la pared, Ionosio. Va, que voy para tu despacho.

    Cuando llego Deadsoul ya está allí, sentado en la mesa de Ionosio, brazos cruzados y cara de necesitar comerse un bebé.

    -¿Cuál es el problema?- brama.
    -Ionosio me decía que necesitaba de tu intercesión para que le resuelva un tema. ¿Verdad, Ionosio?
    -Exacto. Le he llamado ocho o diez veces para que me resuelva un fallo con el programa de albaranes y no hace ni puto caso.

    ¡Halaaaa, exagerao! Deadsoul me interroga con la mirada. Sonrío.

    -Es cierto. Me ha llamado porque, de repente el programa ha empezado a ir mal. Ayer iba bien, a primera hora de la mañana iba bien y de repente falla.
    -¡Eso es! ¡Y no hace nada!
    -¿Y por qué no lo arreglas, Wardog? ¿Hay algún problema?- me inquiere Deadsoul sin move más músculos que la mandíbula.
    -Porque no puedo. Es imposible. Le he dicho que revise el albarán porque…
    -¡Y dale! ¡Que yo no he sido! ¡John! ¡Yo no he sido! ¡El programa se ha roto! ¡No reparte bien! ¡Se ha roto y me echa la culpa a mí! ¡Pero si ionosio!- Le tiembla la voz de nervios y de ira. Pobrico.
    -¿Podemos ver el albarán?- le pido a Ionosio.
    -¡Pues claro! ¡Lo tengo en pantalla! Lo acabo de hacer hace un rato…

    Deadsoul mira la pantalla.

    -Ionosio, dale a ver si reparte.
    -Voy- . Se lía a pulsar botones, aparece un mensaje de error, lo quita y dice triunfante:- ¿Lo ves? ¡No va! ¡Wardog, es-to-no-fun-cio-na!- suelta con el triunfo dibujado en el rostro. Pongo mi mejor cara compungida y me apodero del teclado y del ratón. Repito el proceso, con deliberada lentitud y me paro en el mensaje de error. Lo leo en voz alta:
    -«No se puede repartir 1 unidad(es) entre 43 sedes» Vaya, creo que esto resuelve el enigma.
    -¿Qué? ¡Ese mensaje no salía antes!
    -Claro, si hay cantidad suficiente, no sale. Sólo cuando intentas repartir un…- consulto las líneas- …grazno templero entre 43 sedes, el programa te dice que  es una burrada.
    -¡Ionosio!
    -Tú si has sido. Mira, mira, albarán creado por Ionosio, última modificación por Ionosio a las…
    -¡Ionosio! ¡Ionosio!
    -Ionosio, comprenderás que yo no puedo perder el tiempo con estas cosas-. Escupe Deadsoul, bastante enfadado.
    -Pero… pero… no lo entiendo, si lo he hecho como siempre y ahora falla… y… y… ionosio…

    Observo cómo ionosio sigue sin entender nada y cómo Deadsoul comienza a cambiar de color.

    -¿Pero aún quieres llevar razón? ¿Pero no ves que estás repartiendo un artículo para 43 sedes?
    -Pero… ¡Ionosio! ¡Ha sido Wardog, que el programa no va bien y no lo arregla!
    -Ionosio, cuando termine tu jornada, ven a mi despacho.

    -No faltaba más.

    Deadsoul se marcha a grandes zancadas pasillo alante. Ionosio está pálido y tembloroso.

    -Ionosio, hijo, no te pongas así.
    -Pero… si yo no… yo no…
    -Naaada, si es que tienes un supervisor que es un peligro. ¡La mala baba que gasta!
    -Ya, pero yo pensaba que la bronca era para tí y ahora… mira… no entiendo nada…
    -Intenté decírtelo. Pero mira, sin rencores. ¿Quieres un consejo?
    -Ionosio. Ionosio… ionosio…- está en trance. Le sacudo un poco.
    -Mira, muchacho, en tu próximo trabajo, si el informático intenta explicarte algo, atiende.
    -Si es que es el programa, que falla y… ahora… ¡esto es culpa tuya! ¡Ionosio! ¡Tú eres un hijoputa! ¡Por tu culpa me quedo sin trabajo!

    Hay que ver. Lo que son las cosas. Hay gente que nunca aprende. Ahí, insultando a lo bestia… uno que intenta ayudar y mira cómo se lo pagan.

    -O mira, qué cojones. Los informáticos somos unos vagos hijos  de puta que nos encanta tocar los cojones a la gente. Así que mira, si no te despiden ahora, cada vez que te pase algo ni me llames. Directamente se lo dices a tu supervisor. Y si te vas, en tu próximo curro, lo mismo. A la mínima, les mandas el supervisor a los informáticos. Con dos cojones. ¿Sabes lo que ha pasado aquí? Que resulta que Deadsoul es mi tío, y por eso se ha puesto de mi parte.
    -¡Ajá! ¡Ya lo sabía yo! ¡Que aquí estaba pasando algo raro! ¡Ahora mismo se lo digo al director! ¡Se va a cagar!
    -Mejor no lo hagas.
    -¿Que no?
    -Que te acabo de dar un consejo que…
    -¡Que te calles! ¡Que ahora mismo se lo digo al director! ¡Os vais a cagar tú y Deadsoul!
    -En serio, no lo hagas, macho, que no es…
    -¡Que te den!

    Y se va Ionosio todo enfurecido agitando los brazos y berreando a todo el mundo que iba a hablar con el director porque en esta empresa hay un mamoneo y un tráfico de influencias desproporcionado, que esto no puede ser.

    Ionosio ya no está con nostros. Pobre. Dicen que le pusieron de patitas en la calle por acusar a Deadsoul de un complot para que le despidieran, cuando Deadsoul sólo quería que fuese a su despacho para decirle que antes de llamar a informática preguntase a sus compañeros o a él mismo para asegurarse.

    Ionosio, descanse en casa.

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